miércoles, 11 de febrero de 2009

El Trabajo es Salud

Eso cuenta el dicho popular.

Pero lo cierto es que las caras que uno se encuentra por las mañanas al salir de casa no dicen lo mismo. Gente hastiada de su rutina diaria, rostros con el cansancio reflejado en los ojos, con la desidia de marchar a una labor que, la mayoría de las veces, se torna en monótona, ingrata, desagradable...

Yo, lo confieso, me encuentro entre ese mar de gente dormitante, fuera de lugar.

Tengo la suerte de salir de casa acompañado por una persona de pequeña estatura y edad que me hace el camino dulce y emocionante.

Tengo la suerte de llegar a un trabajo que me gusta, se me agradece y se me da, como decimos por aquí, medio regular.

Tengo la suerte de unos compañeros que trabajan lo indecible, con los que se está a gusto tanto en el curro diario como tomando una copa.

Tengo la suerte que envidiarían los que se cruzan en mi camino esas mañanas de invierno en las que el frío te corta la cara.

Y, por último, tengo la suerte de contar con varias personas que hacen que el trabajo sea algo más que trabajo. Que sea un placer ir a la oficina (quizás he exagerado un poco). Para ellas es esto porque, este pobre, hay cosas que no las sabe decir, tan sólo escribirlas.

Gracias.